domingo, julio 09, 2006

MERCOSUR: UNA ONG CHAVISTA

"Estamos retomando la conciencia, la verdadera conciencia de la Patria Grande. Sin esa conciencia no habría futuro posible..."


Hugo "libertador" Chávez
Presidente de Venezuela
Córdoba, julio de 2006



La Cumbre del Mercosur realizada en Córdoba acentuó los sinsabores de Chile como miembro asociado al bloque regional. Era imposible que la agenda de la Presidenta Bachelet en la cita no fuera ocupada por los temas que cruzan la política chilena y su relación con países vecinos como Argentina y Bolivia, la que está cruzada las desaveniencias en el tema energético y la forma imprevisible con que el gobierno argentino maneja la situación, a tal punto que en Chile ya se habla de la "crisis" con Argentina.

Y es que pese a todas las políticas de integración que quieran tener ambas naciones, junto a otras inclusive, deben pasar necesariamente por el respeto mutuo y la demostración con hechos concretos -no con meras declaraciones de buena voluntad- que Chile y cualquier otro país puede confiar en la Argentina. Esa condición hoy no existe. Existió en algún momento, pero se esfumó. Y el resultado de la conducta oscilante de Argentina en virtud de otro tipo de intereses lo han alejado y están poniendo en serio riesgo la relación de mutua confianza que estaba arraigándose en ambas naciones y de la cual los dos países tienen -aún- la oportunidad de resultar muy favorecidos de una relación de mutua conveniencia.

El traspaso a Chile del costo extra que la Argentina deberá cancelarle a Bolivia por el gas que le compra y el reciente "bombazo" que significó para Chile la implantación de un impuesto adicional en los precios a los combustibles para extranjeros en las zonas fronterizas argentinas, para que éstos paguen en esas zonas tarifas similares (más altas) a las que tienen esos combustibles en sus respectivos países, fue para Chile la confirmación de que la integración binacional y las políticas tendientes a ella, en realidad no lo eran tanto. Y esa visión no es sólo la del Gobierno chileno, sino una impresión que ya se está cristalizando en la población en general.

La solución esperada: ninguna


Cabe preguntarse entonces: ¿En realidad a la Argentina le interesa mantener una relación fluida y estrecha con Chile o le es más atractivo ser la punta de rieles del eje La Habana-Caracas-La Paz? Solapadamente es esa la pregunta que busca contestarse pronto Chile para orientar sus relaciones exteriores con la región de la manera más previsible, aceptando la realidad si es que efectivamente el país se está quedando literalmente solo en el Cono Sur, en la medida que no se concrete una relación más estrecha con Perú. Ello porque pese a lo promisorio que pueda resultar las afinidades con el Gobierno de Alan García, para Chile no es muy diferente que la que mantiene con Argentina: Totalmente dependiente de los gobiernos de turno y no de políticas de Estado efectivas y estables en el tiempo.

Más aún cuando el señor García deberá probar ante el pueblo peruano que efectivamente aprovechará esta "segunda oportunidad" y no caerá presa de la guerrilla que nuevamente emerge como un riesgo bastante probable y que de paso -en el peor de los escenarios- a un derrocamiento y al ascenso al poder de cualquiera de los Humala o de cualquiera peor que busque revanchismos históricos y reivindicaciones territoriales, idea que ya rondaba en las mentes nacionalistas antes de las elecciones peruanas. En la medida en que todas esas hipótesis vecinales sena superadas, Chile seguirá auto-flagelándose solitariamente sin tener una aliado confiable en la región, ni siquiera para su aspecto más crítico, como es la provisión energética.

Y nótese que Brasil no ha sido mencionado porque merece un tratamiento aparte. Porque el constante ascenso del poder regional de Chávez y por inercia del matusalénico Fidel sobre los países del Cono Sur -de lo cual el beneplácito argentino es gravitante- en desmedro de la influencia brasileña, está concretando los escenarios que antes eran una probabilidad preocupante: la instauración de caudillismos populistas de izquierdas dialécticas y excluyentes de inspiración neo-sesentera, pero al más puro estilo bananero de la época.

Esa influencia creciente de Hugo Chávez sobre la región es preocupante, toda vez que resta poder suficiente al principal aliado de Chile en la región -léase Brasil- como para relegar a segundo plano a un eje democrático regional serio que ha dado cuenta de que la única manera de orientarse a un desarrollo sustentable en el tiempo es la real y no retórica inserción en el mundo con las reglas del juego previamente establecidas; no aislándose de él, ni menos irse verborreicamente en su contra.

Y ello no porque se teman acciones enérgicas en contra de esos populismos de parte del norte. Tanto peor. Porque una región así simplemente no será tomada en cuenta en el concierto internacional, salvo las naciones que sí decidan integrarse al mundo contemporáneo, sacando provecho de la globalización. Respetando todas las asimetrías posibles y ganando credibilidad. Generando riqueza y fomentando políticas para su eficaz distribución, no quitándosela a los que la tienen ni ahuyentando a los que la generan.

No obstante pareciera que hoy son éstas las políticas que cada día ganan más adeptos en el Mercosur y con los cuales Chile debe y deberá seguir negociando en pos de obtener cuando menos un respeto por las reglas del juego. Ni pensar en Chile abastecido energéticamente por sus vecinos y en la observancia de los tratados. Más bien todo lo contrario.

Fue eso lo que intentó sondear la Presidenta Bachelet en Córdoba. Primero manifestar el malestar de Chile ante Kirchner por el precio del gas y por el aumento del valor de los combustibles a extranjeros, algo que afecta directamente a los chilenos que viajan a Argentina en las zonas fronterizas. Luego, palpar en terreno las evidentes diferencias del bloque y el antagonismo claro de dos posturas ante el desarrollo: una a la chileno-brasileña y otra a la cubano-venezolana. En concreto, Bachelet no llegó a Chile con ninguna solución de parte de Argentina. El gas sigue igual, aunque según Kirchner se mantendrá un flujo constante y la nafta para chilenos, brasileños y paraguayos seguirá siendo más cara.

Ello generó molestia en el espectro político chileno. Las críticas a la actitud argentina y a la posición de La Moneda al respecto surgieron tanto de sectores oficialistas como de oposición. El senador Roberto Muñoz, del concertacionista PPD, sostuvo que los escasos resultados obtenidos por Bachelet durante la reunión con Néstor Kirchner "reafirman la línea que mantiene ese país, de interpretar unilateralmente el protocolo gasífero bilateral (...) La reunión Kirchner-Bachelet nos dejó en el mismo lugar donde estábamos hace algunas semanas", interpretó.

La misma visión tuvo el senador de la UDI Juan Antonio Coloma, el que en su calidad de miembro de la comisión de Relaciones Exteriores aseveró que el Gobierno no cumplió los objetivos en su visita a Argentina. "No siento que pueda ser calificado como un viaje satisfactorio, porque los grandes desafíos eran convencer al presidente Kirchner de que cumpliera con los acuerdos internacionales en materia de cantidad y precio de gas a exportar a Chile y para ser francos seguimos igual porque el precio va a subir y el recorte va a hacerse efectivo".

Agregó que "lo que sucede acá es que cuando en materia internacional o de la vida, cuando uno entiende una cosa y el otro entiende otra, es probable que lo que se derive no sea con la claridad y transparencia adecuadas", explicó Coloma.

En este mismo tema el senador Víctor Pérez, también gremialista, agregó que "es evidente que los problemas que teníamos antes de la visita de la Presidenta a Córdoba siguen exactamente igual. A mí me llama la atención el esfuerzo que se hace por comprender a los argentinos, pero los intereses del país sin duda se defienden de otra manera, conversando y negociando, pero logrando los objetivos y acá el Gobierno no lo ha hecho porque tenemos menos gas y más caro", finalizó.

Bolivia, otra vez

La cumbre se realizó también horas después de que Bolivia y Chile iniciaron un diálogo que se dijo sería "sin condiciones", que podría llevarlos a resolver no sólo la cuestión de la salida al mar para el país altiplánico, sino también cuestiones comerciales y energéticas, según dijo el mismo Evo Morales.

El gobernante indígena expresó su confianza en el diálogo con Chile al regresar de Córdoba, donde se reunió con la señora Bachelet.

"Siento que empieza otra historia entre Bolivia y Chile", dijo Morales, quien señaló que este nuevo ciclo comenzó en realidad en enero pasado, cuando el entonces Presidente chileno, Ricardo Lagos, hizo una histórica visita a La Paz para su asunción presidencial.

Morales destacó el compromiso de Bachelet con "una agenda de 13 puntos donde está incluido el tema del mar", para el diálogo entre los dos países.

"No están condicionados esta agenda ni los resultados; esperamos que el avance de las reuniones pueda permitir soluciones a temas pendientes con Chile (...) Entiendo que esta nueva relación que quiere Bolivia podrá permitirnos buscar soluciones en temas comerciales, en temas históricos y en temas energéticos", agregó.

La declaración del "confiable" mandatario estuvo en línea con lo que dijo Bachelet el viernes en Córdoba, quien pareció despejar el camino para un eventual acuerdo sobre energía, que abriría el mercado chileno para el abundante gas natural boliviano, o para electricidad generada con el gas. Un abastecimiento muy confiable, seguramente.

Sin embargo, el acercamiento eventual entre Chile y Bolivia fue visto con cierta desconfianza, toda vez que volvió a salir al tapete la palabra "soberanía". No obstante ello, el Gobierno dejó en claro de inmediato que en cualquier proceso de diálogo ni ese concepto ni su titular están en discusión.

¿Seguirá pensando igual entonces el señor Morales una vez que se de cuenta de que,en efecto, jamás logrará llevar a Chile a discutir una salida "soberana" al mar? ¿Seguirá disponible la propuesta de vender gas o electricidad o será usado como una mera herramienta de extorsión?

Como sea, gracias a Cuba, Venezuela, Bolivia y ahora Argentina, se avecina un cuando menos complejo panorama regional para Chile. este deberá ser enfrentado con gran pragmatismo por parte del Gobierno de Bachelet, olvidándose de una vez por todas de las "buenas intenciones" a la hora de negociar y y pactar acuerdos, porque a la postre sólo quedan en eso: buenas intenciones, pero letra muerta. Siempre primarán los intereses propios, eso es legítimo derecho de cada nación, y la realidad indica que ya es hora de que Chile también los haga valer.

Todo ello mientras el presidente de Venezuela, antes de iniciar su viaje "en defensa del Mundo" en busca de la democracia en los países 'democráticos' de la ex órbita soviética, como Bielorrusia -su primera escala- señaló que la cumbre del Mercosur realizada en Argentina tiene "gran significación" para Caracas, y aseguró que hay un "renacimiento" de América Latina... Dios nos libre.
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