sábado, julio 15, 2006

CHILE, PERU...¿Y EL OTRO...?

La Presidenta de Chile, Michelle Bachelet, reiteró en su visita a Perú para la asunción a la presidencia del cuestionable Alan García, que espera prontamente avanzar hacia la concreción de un Tratado de Libre Comercio entre ambos países a partir del Acuerdo de Complementación Económica, que rige el comercio entre las dos naciones del Pacífico.

El interés de Chile en ese sentido fue bastante explícito, toda vez que el país busca desde hace ya varios años la concresión del acuerdo como una manera de afianzar los negocios chilenos en su vecino del norte, las que pese a todo, siempre están en la miradas ultranacionalistas que ven cómo Chile se ha ido apoderando desde el sector privado de las áreas más críticas de la economía peruana y ha introducido un capital exhorbitante, sobre todo en el sector retail.
Michelle sostuvo con García que "hemos tenido una extraordinaria reunión de trabajo para llegar hacia temas en que queremos seguir avanzando y ésto es un acuerdo de complementación económica que ha sido muy beneficioso para los dos países y mirar si podemos avanzar hacia el tratado de libre comercio. Está todo muy auspicioso, y esperamos poder concretarlo pronto".

La jefa de Estado se mostró muy complacida de "compartir con peruanos y peruanas ese gran momento que ha sido esta fiesta democrática de la transmisión de un mando, de manera impecable y que nos da una gran dimensión de lo que es la democracia en nuestra región y sobre todo en Perú".

Esta suerte de "noviazgo" entre las autoridades de los dos países hace pensar en un futuro prometedor en las relaciones bilaterales, por lo menos en el corto plazo, volviéndose de todas formas bastante inciertas si se piensa en un plazo más prolongado. Y es que pareciera que las enormes distancias entre los estados de desarrollo relativo existentes entre Chile y Perú, con una evidente ventaja del primero, vuelve a los chilenos bastante impopulares ante la opinión pública de su vecino del norte.

Una suerte de envidia colectiva solapada impulsada por sectores nacionalistas de formación militar -que en Perú no son pocos- cuyo rostro visible son los caudillos salidos de las filas castrenses con el norte de llegar algún día a ser la continuación del ejemplo nacionalista-revanchista antichileno llevado al paroxismo por Juan Velasco Alvarado, artífice de la supremacía bélica peruana en el Pacífico hasta no hace mucho y apuntalada por un entonces sofisticado material soviético, que en cantidades exorbitantes transformó a Perú en el país más armado de la región, con la clara intención de rescatar la "provincia cautiva de Tarapacá y hacer retroceder a Chile hasta Valparaíso", según plantean todavía algunos ensayos delirantes de pluma fácil en manos de dudosa reputación e intelecto.

Esta aparente 'impopularidad' está fundamentalmente basada en el mito de que "Chile pretende hacerse de las riquezas del Perú" invirtiendo fuertes sumas de dineros en la economía peruana y alcanzando incluso hoy a sectores que algunos consideran estratégicos, como es la concesión de puertos, particularmente del Callao. Surge así una clara competencia con la larga lista de puertos chilenos que en cuanto a infraestructura y desarrollo logístico aparecen mejor equipados más al sur del continente, como Arica, Iquique, Tocopilla, Mejillones, Valparaíso, San Antonio (el más grande y de mayor volumen de carga de Chile, Talcahuano y San Vicente (ambos en el Gran Concepción), Puerto Montt y la austral Punta Arenas, todos los cuales son punta de rieles de sus respectivos corredores bioceánicos en desarrollo con Argentina y Brasil.

Gobernabilidad: la prueba de fuego


Ese sentimiento nacionalista peruano aparece como la principal piedra de tope a la hora de comenzar un proceso de integración chileno-peruano. En este último país, el vívido recuerdo de la derrota en la Guerra del Pacífico, librada hace ya más de 125 años construyó en la sociedad peruana una representación social perenne que actúa cíclicamente como ente de cohesión social. Ella es la responsable de los eternos resquemores de parte de ese país hacia su vecino del sur, cuestionando siempre sus intenciones y viendo en él aquellas anacrónicas ambiciones expansionistas que estan lejos de ser parte de la política exterior del Chile actual, más preocupado de ser un buen referente que de anexar territorios, cuya manutención sería económicamente desquiciada parar un estado que busca ser pequeño, pero eficiente.

Sin embargo, esa desconfianza mutua ha reinado desde los tiempos del Huáscar y la Esmeralda y no ha dado paso a la cordialidad. Ese sentimiento es el que amenaza hoy a un presidente que busca precisamente -según ha planteado- emular las democracias de izquierda moderna al estilo de Chile o Brasil. ¿Lo permitirá la oposición peruana, hoy compuesta por esos sectores nacionalistas peruanos más cercanos al estilo populista-estatista de Chávez y Castro que de Bachelet o de la mermada influencia brasileña?

No son gratuitas las declaraciones del ex candidato Ollanta Humala, el que condicionó el apoyo de su formación política (Unión Por el Perú) al nuevo gobierno de García a la realización de una Asamblea Constituyente (proceso que se avecina hoy en Bolivia) para reformar el texto de la Carta Magna peruana. En su primera aparición pública luego de tres semanas alejado de la escena política, Humala explicó que la Asamblea Nacional de su partido acordó respaldar al Ejecutivo de García si es que muestra voluntad de "iniciar un proceso constituyente para buscar una nueva Constitución".

"Esta constitución es ilegal y delincuencial. Creemos que Perú necesita nuevas reglas del juego", manifestó Humala a los medios de comunicación tras reunirse brevemente con el presidente de Bolivia, Evo Morales, quien asistió a la ceremonia de toma de posesión de García como presidente.

Según el ex candidato por Unión Por el Perú, si el Gobierno del nuevo mandatario trabaja para iniciar un proceso constituyente para buscar un nuevo texto constitucional a partir de la de 1979 (año en que Perú venía saliendo de la influencia militarista de Velasco y Morales Bermúdez), "tendrá el apoyo del bloque nacionalista".

Humala propuso durante su campaña electoral el cambio de la Constitución aprobada por Fujimori en 1993 para, según él, "sentar las bases de la recuperación de los recursos naturales por parte del pueblo, que considera en manos de las empresas transnacionales".

"Nosotros somos la oposición constructiva en el país y si queremos trabajar en bien de la patria, pues creo que el primer punto de coincidencia con el futuro Gobierno debe ser las reglas de juego, y las reglas de juego es la Constitución", subrayó.

Pese a la derrota presidencial de Humala en segunda vuelta de las elecciones, su partido Unión por Perú, de inspiración nacionalista anti-capital extranjero -pro peruana, según él- logró situar en el Congreso a 45 congresistas, el mayor número alcanzado por una agrupación política, aunque tres legisladores anunciaron después su alejamiento del partido, alegando serias discrepancias políticas. El Partido Aprista, de García, consiguió sólo 36 escaños.

Valga mencionar que Ollanta Humala, junto a su hermano Antauro, son dos ex militares del Ejército que fueron criados en una familia patriarcal donde su padre -Isaac- les inculcó desde pequeños el sentimiento nacionalista indigenista antichileno, formando el Etnocacerismo, movimiento inspirado en las raíces indígenas peruanas y en la gesta del general Andrés Avelino Cáceres, quien combatió contra la ocupación chilena de post guerra mediante la lucha guerrillera en las sierras del sur peruano.

A esta amenza se suman las emergentes reactivación guerrillera de Sendero Luminoso en las zonas rurales del este del país, cuyas fuerzas continúan matando campesinos y proclamando consignas también nacionalistas indigenistas y han dejado expresamente clara su intención de derrocar por la vía armada a Alan García.

Y el último factor en el melodrama que acompaña el desarrollo de Chile como un molesto zumbido en la oreja es el presidente de Bolivia, Evo Morales. Este, pese a que es improbable que constituya un eje con Lima, pidió al nuevo mandatario peruano y a su pueblo ayudar a lograr la salida del país del altiplano al océano Pacífico, para reparar un "daño histórico" inflingido por Chile.

"No sólo pedir al presidente, sino al pueblo peruano ayudarnos. He quedado muy impresionado cuando fui a Santiago de Chile al escuchar a ese pueblo coreando 'mar para Bolivia' (grupo cuya heterogeneidad política es bastante cuestionable) y por qué no juntos ayudarnos para reparar un daño histórico y avanzar en conjunto", dijo Morales antes de asistir al cambio de mando.

El gobierno chileno fijó recientemente una agenda de diálogo "sin exclusiones" con Bolivia, que incluye ese centenario reclamo marítimo, pero con apego estricto a los tratados internacionales que ya fijaron los límites bilaterales en 1904, según aclaró luego la Cancillería en Santiago.

¿Soportará este sorpresivo sinceramiento peruano hacia Chile estos tres factores de riesgo o es -una vez más- un proceso de integración y confianza a plazo fijo?

De los TLC's y Asia

Como sea, el tiempo apremia en el singular tablero sudamericano actual, por lo que Chile ya mueve sus piezas en su principal interés: la integración económica. Por ello es que madame Bachelet junto a su ministro de Relaciones Exteriores, Alejandro Foxley, y al embajador en Perú, Cristián Barros, se reunió con García en el Palacio de Gobierno, apenas un par de horas después de que éste tomará posesión de su alto cargo.

Tras el encuentro, destacó la voluntad de ambos países por potenciar las posibilidades que abre el Océano Pacífico como vía de intercambio comercial con las naciones de Asia, principalmente. Agregó que "el Asia Pacífico sin duda que abre a nuestros países, que son pequeños por separados pero grandes unidos, tremendas oportunidades".

En este sentido, reafirmó el interés de Chile por potenciar la Comunidad Sudamericana de Naciones como una instancia efectiva de integración regional y aseguró "también ratificar nuestro compromiso total con la Comunidad Sudamericana de Naciones, donde hay un conjunto importante de iniciativas vinculadas al tema energético, por un lado, al tema de infraestructura por otro, de conectividad, que nos permita entregar, como decía, una mejor calidad de vida al conjunto de la América Latina y por cierto a cada uno de nuestros países".

Inclusive, la jefa de Estado confirmó lo que conversó con su homólogo en la reunión bilateral respecto de la eventual firma de un Tratado de Libre Comercio y la inclusión de Chile como miembro estable de la Comunidad Andina de Naciones (CAN).

"Estamos dispuestos a tener siempre las mejores relaciones con todos los países y además jugar este rol que Chile habitualmente ha cumplido que es ser articulador y puente entre el Atlántico y el Pacífico", sostuvo.

Al concluir la vista digna de final hollywoodense (lamentablemente parece nunca haber buenas segundas partes), la doctora Bachelet se dio el tiempo incluso para fotografiarse con la gran cantidad de parlamentarios y dirigentes de todos los partidos políticos que la acompañaron. Todos ellos coincidieron con la mandataria en lo positivo que resultó este viaje y en el buen futuro que se proyecta para ambas naciones....(¿?) Sólo faltaban los anillos (el energético sería un buen ejemplo).

"He dicho que aspiro a construir la mejor relación con todos nuestros vecinos, la mejor relación con toda la región. Nosotros somos fuertes impulsores de la Comunidad Sudamericana de Naciones, vamos a seguir trabajando en todos los bloques sub-regionales y regionales que se han conformado, vamos a continuar en Mercosur, vamos a incorporarnos con mayor fuerza en la Comunidad Andina de Naciones, donde estamos hoy día como observadores, pero estamos trabajando para dar un paso más allá", afirmó poco antes de emprender su regreso a Santiago.

La mandataria manifestó además sentirse "extremadamente honrada de haber sido invitada, de haber participado y, además, haber recibido muestras de gran cariño de parte de la población del Perú, de peruanas y peruanos. Me siento honrada de eso, y creo que es un muy buen clima para que sigamos trabajando en temas de mutuo interés para ambos países".

Y la cordillera parece hoy tan alta...

Pero ese repentino acercamiento parecía no ser gratuito. Por ello, consultada sobre un eventual distanciamiento de Argentina, que se acentúa con un mayor acercamiento hacia Perú, la Presidenta Bachelet fue enfática en afirmar que ello no es exacto. "Queremos también ser parte de la casa, creemos que ahí también hay un potencial importante e interesante. Y, por cierto, a nivel de todos los organismos y todas las instancias multilaterales dentro de la región, continuando, sin duda, con todos los pasos que ya hemos dado como país en términos de nuestras relaciones con la Unión Europea, con Estados Unidos y con todo lo que hemos abierto ya, y estamos abriendo, en el ámbito del Asia Pacífico" (¿?).

En este contexto, insistió que es un despropósito pensar en una actitud diferente de Chile en su relación con los países vecinos. "Me parece que (eso) es olvidar todo lo que hemos avanzado. Estamos a punto de firmar un Tratado de Libre Comercio con Japón, estamos trabajando con Malasia, Tailandia, con la India vamos a profundizar nuestros acuerdos. Es decir, tenemos enormes cantidades de fortalezas en el terreno de integrar más a Chile al mundo y que, por cierto, signifiquen fortalezas para nuestro país, en el sentido de ser capaces de aspirar a un mercado mayor, traer inversiones, etc."

Así se mueven de nuevo las piezas del ajedrez latinoamericano, cual más favorecido, cual menos... algo a tener en cuenta.

domingo, julio 09, 2006

MERCOSUR: UNA ONG CHAVISTA

"Estamos retomando la conciencia, la verdadera conciencia de la Patria Grande. Sin esa conciencia no habría futuro posible..."


Hugo "libertador" Chávez
Presidente de Venezuela
Córdoba, julio de 2006



La Cumbre del Mercosur realizada en Córdoba acentuó los sinsabores de Chile como miembro asociado al bloque regional. Era imposible que la agenda de la Presidenta Bachelet en la cita no fuera ocupada por los temas que cruzan la política chilena y su relación con países vecinos como Argentina y Bolivia, la que está cruzada las desaveniencias en el tema energético y la forma imprevisible con que el gobierno argentino maneja la situación, a tal punto que en Chile ya se habla de la "crisis" con Argentina.

Y es que pese a todas las políticas de integración que quieran tener ambas naciones, junto a otras inclusive, deben pasar necesariamente por el respeto mutuo y la demostración con hechos concretos -no con meras declaraciones de buena voluntad- que Chile y cualquier otro país puede confiar en la Argentina. Esa condición hoy no existe. Existió en algún momento, pero se esfumó. Y el resultado de la conducta oscilante de Argentina en virtud de otro tipo de intereses lo han alejado y están poniendo en serio riesgo la relación de mutua confianza que estaba arraigándose en ambas naciones y de la cual los dos países tienen -aún- la oportunidad de resultar muy favorecidos de una relación de mutua conveniencia.

El traspaso a Chile del costo extra que la Argentina deberá cancelarle a Bolivia por el gas que le compra y el reciente "bombazo" que significó para Chile la implantación de un impuesto adicional en los precios a los combustibles para extranjeros en las zonas fronterizas argentinas, para que éstos paguen en esas zonas tarifas similares (más altas) a las que tienen esos combustibles en sus respectivos países, fue para Chile la confirmación de que la integración binacional y las políticas tendientes a ella, en realidad no lo eran tanto. Y esa visión no es sólo la del Gobierno chileno, sino una impresión que ya se está cristalizando en la población en general.

La solución esperada: ninguna


Cabe preguntarse entonces: ¿En realidad a la Argentina le interesa mantener una relación fluida y estrecha con Chile o le es más atractivo ser la punta de rieles del eje La Habana-Caracas-La Paz? Solapadamente es esa la pregunta que busca contestarse pronto Chile para orientar sus relaciones exteriores con la región de la manera más previsible, aceptando la realidad si es que efectivamente el país se está quedando literalmente solo en el Cono Sur, en la medida que no se concrete una relación más estrecha con Perú. Ello porque pese a lo promisorio que pueda resultar las afinidades con el Gobierno de Alan García, para Chile no es muy diferente que la que mantiene con Argentina: Totalmente dependiente de los gobiernos de turno y no de políticas de Estado efectivas y estables en el tiempo.

Más aún cuando el señor García deberá probar ante el pueblo peruano que efectivamente aprovechará esta "segunda oportunidad" y no caerá presa de la guerrilla que nuevamente emerge como un riesgo bastante probable y que de paso -en el peor de los escenarios- a un derrocamiento y al ascenso al poder de cualquiera de los Humala o de cualquiera peor que busque revanchismos históricos y reivindicaciones territoriales, idea que ya rondaba en las mentes nacionalistas antes de las elecciones peruanas. En la medida en que todas esas hipótesis vecinales sena superadas, Chile seguirá auto-flagelándose solitariamente sin tener una aliado confiable en la región, ni siquiera para su aspecto más crítico, como es la provisión energética.

Y nótese que Brasil no ha sido mencionado porque merece un tratamiento aparte. Porque el constante ascenso del poder regional de Chávez y por inercia del matusalénico Fidel sobre los países del Cono Sur -de lo cual el beneplácito argentino es gravitante- en desmedro de la influencia brasileña, está concretando los escenarios que antes eran una probabilidad preocupante: la instauración de caudillismos populistas de izquierdas dialécticas y excluyentes de inspiración neo-sesentera, pero al más puro estilo bananero de la época.

Esa influencia creciente de Hugo Chávez sobre la región es preocupante, toda vez que resta poder suficiente al principal aliado de Chile en la región -léase Brasil- como para relegar a segundo plano a un eje democrático regional serio que ha dado cuenta de que la única manera de orientarse a un desarrollo sustentable en el tiempo es la real y no retórica inserción en el mundo con las reglas del juego previamente establecidas; no aislándose de él, ni menos irse verborreicamente en su contra.

Y ello no porque se teman acciones enérgicas en contra de esos populismos de parte del norte. Tanto peor. Porque una región así simplemente no será tomada en cuenta en el concierto internacional, salvo las naciones que sí decidan integrarse al mundo contemporáneo, sacando provecho de la globalización. Respetando todas las asimetrías posibles y ganando credibilidad. Generando riqueza y fomentando políticas para su eficaz distribución, no quitándosela a los que la tienen ni ahuyentando a los que la generan.

No obstante pareciera que hoy son éstas las políticas que cada día ganan más adeptos en el Mercosur y con los cuales Chile debe y deberá seguir negociando en pos de obtener cuando menos un respeto por las reglas del juego. Ni pensar en Chile abastecido energéticamente por sus vecinos y en la observancia de los tratados. Más bien todo lo contrario.

Fue eso lo que intentó sondear la Presidenta Bachelet en Córdoba. Primero manifestar el malestar de Chile ante Kirchner por el precio del gas y por el aumento del valor de los combustibles a extranjeros, algo que afecta directamente a los chilenos que viajan a Argentina en las zonas fronterizas. Luego, palpar en terreno las evidentes diferencias del bloque y el antagonismo claro de dos posturas ante el desarrollo: una a la chileno-brasileña y otra a la cubano-venezolana. En concreto, Bachelet no llegó a Chile con ninguna solución de parte de Argentina. El gas sigue igual, aunque según Kirchner se mantendrá un flujo constante y la nafta para chilenos, brasileños y paraguayos seguirá siendo más cara.

Ello generó molestia en el espectro político chileno. Las críticas a la actitud argentina y a la posición de La Moneda al respecto surgieron tanto de sectores oficialistas como de oposición. El senador Roberto Muñoz, del concertacionista PPD, sostuvo que los escasos resultados obtenidos por Bachelet durante la reunión con Néstor Kirchner "reafirman la línea que mantiene ese país, de interpretar unilateralmente el protocolo gasífero bilateral (...) La reunión Kirchner-Bachelet nos dejó en el mismo lugar donde estábamos hace algunas semanas", interpretó.

La misma visión tuvo el senador de la UDI Juan Antonio Coloma, el que en su calidad de miembro de la comisión de Relaciones Exteriores aseveró que el Gobierno no cumplió los objetivos en su visita a Argentina. "No siento que pueda ser calificado como un viaje satisfactorio, porque los grandes desafíos eran convencer al presidente Kirchner de que cumpliera con los acuerdos internacionales en materia de cantidad y precio de gas a exportar a Chile y para ser francos seguimos igual porque el precio va a subir y el recorte va a hacerse efectivo".

Agregó que "lo que sucede acá es que cuando en materia internacional o de la vida, cuando uno entiende una cosa y el otro entiende otra, es probable que lo que se derive no sea con la claridad y transparencia adecuadas", explicó Coloma.

En este mismo tema el senador Víctor Pérez, también gremialista, agregó que "es evidente que los problemas que teníamos antes de la visita de la Presidenta a Córdoba siguen exactamente igual. A mí me llama la atención el esfuerzo que se hace por comprender a los argentinos, pero los intereses del país sin duda se defienden de otra manera, conversando y negociando, pero logrando los objetivos y acá el Gobierno no lo ha hecho porque tenemos menos gas y más caro", finalizó.

Bolivia, otra vez

La cumbre se realizó también horas después de que Bolivia y Chile iniciaron un diálogo que se dijo sería "sin condiciones", que podría llevarlos a resolver no sólo la cuestión de la salida al mar para el país altiplánico, sino también cuestiones comerciales y energéticas, según dijo el mismo Evo Morales.

El gobernante indígena expresó su confianza en el diálogo con Chile al regresar de Córdoba, donde se reunió con la señora Bachelet.

"Siento que empieza otra historia entre Bolivia y Chile", dijo Morales, quien señaló que este nuevo ciclo comenzó en realidad en enero pasado, cuando el entonces Presidente chileno, Ricardo Lagos, hizo una histórica visita a La Paz para su asunción presidencial.

Morales destacó el compromiso de Bachelet con "una agenda de 13 puntos donde está incluido el tema del mar", para el diálogo entre los dos países.

"No están condicionados esta agenda ni los resultados; esperamos que el avance de las reuniones pueda permitir soluciones a temas pendientes con Chile (...) Entiendo que esta nueva relación que quiere Bolivia podrá permitirnos buscar soluciones en temas comerciales, en temas históricos y en temas energéticos", agregó.

La declaración del "confiable" mandatario estuvo en línea con lo que dijo Bachelet el viernes en Córdoba, quien pareció despejar el camino para un eventual acuerdo sobre energía, que abriría el mercado chileno para el abundante gas natural boliviano, o para electricidad generada con el gas. Un abastecimiento muy confiable, seguramente.

Sin embargo, el acercamiento eventual entre Chile y Bolivia fue visto con cierta desconfianza, toda vez que volvió a salir al tapete la palabra "soberanía". No obstante ello, el Gobierno dejó en claro de inmediato que en cualquier proceso de diálogo ni ese concepto ni su titular están en discusión.

¿Seguirá pensando igual entonces el señor Morales una vez que se de cuenta de que,en efecto, jamás logrará llevar a Chile a discutir una salida "soberana" al mar? ¿Seguirá disponible la propuesta de vender gas o electricidad o será usado como una mera herramienta de extorsión?

Como sea, gracias a Cuba, Venezuela, Bolivia y ahora Argentina, se avecina un cuando menos complejo panorama regional para Chile. este deberá ser enfrentado con gran pragmatismo por parte del Gobierno de Bachelet, olvidándose de una vez por todas de las "buenas intenciones" a la hora de negociar y y pactar acuerdos, porque a la postre sólo quedan en eso: buenas intenciones, pero letra muerta. Siempre primarán los intereses propios, eso es legítimo derecho de cada nación, y la realidad indica que ya es hora de que Chile también los haga valer.

Todo ello mientras el presidente de Venezuela, antes de iniciar su viaje "en defensa del Mundo" en busca de la democracia en los países 'democráticos' de la ex órbita soviética, como Bielorrusia -su primera escala- señaló que la cumbre del Mercosur realizada en Argentina tiene "gran significación" para Caracas, y aseguró que hay un "renacimiento" de América Latina... Dios nos libre.

sábado, julio 01, 2006

PACTA SUNT SERVANDA

"Relaciones rociadas con nafta" versaba en la semana un titular de Página 12 para referirse al "trance" actual de la relación chileno-argentina. Lo más intrigante es que, como nunca antes (al menos desde la recuperación de la democracia en ambas naciones), las decisiones que toma el gobierno argentino se tornan socialmente bastante impopulares al otro lado de la cordillera, llevando todo el peso y las críticas contra el gobierno chileno por su supuesta actitud "blanda", casi ingenua, con la singular Argentina del señor Kirchner.

Y es que ese afán de integración, que hasta ahora tanto ha caracterizado la relación entre los dos países, y que con tanta voluntad ha impulsado La Moneda hasta ahora, parece que definitivamente comienza a desilusionar a La Moneda, que ve cómo esas declaraciones de hermandad y buena voluntad parecen no tener ningún efecto integrador en la dura y triste realidad. En términos simples, en Chile se acentúa cada vez más la idea de que se habla de integración, pero Argentina no respeta los acuerdos y atenta contra la misma.

Esos desencuentros se vienen generando so intentos de hacerlos pasar 'low profile' desde hace ya unos años, cuando el aumento del consumo interno de gas natural en Argentina acentuó una solapada escasez en la cuenca del Neuquén y por ende obligó a reducir los envíos del mismo a Chile, que a comienzos de esta década comenzó a expandir con mayor fuerza su economía, generando también una mayor demanda del hidrocarburo, del cual la Argentina es el principal proveedor. No obstante, los problemas comenzaron a evidenciarse aún más cuando el gobierno de Bolivia, entonces a cargo del verborreico Carlos Mesa, firmó un contrato con el gobierno de Néstor Kirchner para la provisión de gas del altiplano a una tarifa preferencial, paradójicamente el mismo tipo de acuerdo pactado entre entre Menem y Frei Ruiz-Tagle en los noventa para la exportación del etéreo combustible a través de la cordillera.

Sin embargo, en el caso de la rúbrica sellada entre Mesa y Kirchner surgía un elemento adicional: la directa alusión a un tercero hasta entonces exitoso y fácilmente extorsionable, por su gran dependencia energética y su casi insulzo afán de buen vecino "con guita", en la búsqueda de reivindicaciones históricas inmortalizadas en los acordes del "Lamento Boliviano" y convertidas ya en un eterno vía crucis... eterno porque nunca va a terminar, por cierto.

Surgía así el "candado" a la provisión argentina para "ninguna molécula de ese gas sea vendida a Chile", clásula aceptada sin reparos por Kirchner. Quién hubiese imaginado unos años antes que un presidente boliviano llegaría a imponer condiciones a Buenos Aires.... Soberbio.

Con todo, el gas llegó y el gobierno argentino, haciendo gala de su gran confiabilidad en la suscripción de acuerdos y estricta observancia de los tratados y la palabra empeñada, lo exportó de todas formas a Chile, en medio de impredecibles flujos que subían y bajaban de volumen sólo en sintonía con las encuestas que indicaban si el señor K estaba más arriba o más abajo en nivel de aprobación social.

Luego Bolivia, también muy observante de los tratados internacionales, con Evo Morales ya a la cabeza pidió modificar ese acuerdo con Buenos Aires y subir un precio del gas que consideraba injusto. Argentina accedió una vez más y el re-acuerdo se re-firmó en Buenos Aires. Una modificación bilateral para un tratado bilateral. El único problema -a saber, inaudito- era que el excedente de lo pre-arcordado por Argentina sería cargado a la tarifa que paga el "buen vecino con guita" por el gas que compra al otro lado de la cordillera. Evento predecible, pero no en un país donde prima la inamovilidad del derecho internacional y que basa sus relaciones en el supuesto de que los demás también lo observan, aunque la historia diga otra cosa.

Así estaba de tensa la situación, con el aumento del costo marginal que Chile pagaba por el gas argentino que, una vez más, "en aras la integración" la Ministra de Minería y Energía de 'la copia feliz del edén', Karen Poniachik, viajó a Buenos Aires a "imponerse" oficialmente del aumento de precio. "Chile no va a negociar nada a Argentina" aseguró. "La reunión sólo pretende que se informe de los detalles del aumento y de las consecuencias directas en la provisión de gas" se planteaba en La Moneda.

"No es una medida discriminatoria" aseguró entonces la ministra Poniachik, "debido a que este impuesto también se va a aplicar a Brasil y Uruguay. La secretaria de Estado agregó que tanto las autoridades chilenas como argentinas tienen la "mejor voluntad" para encontrar una fórmula, y evitar así, que la eventual alza afecte negativamente "el bolsillo" del consumidor nacional. "Hay que estar tranquilos porque estamos trabajando (...) para evitar un impacto nefasto par el consumidor chileno".

Discriminación v/s integración: alianza en riesgo


No pasó una semana de la reunión celebrada en Buenos Aires entre Poniachik y de Vido, cuando el ministro de Energía de Néstor Kirchner, Daniel Cameron, informaba que habrá un precio diferencial de la gasolina para los vehículos con patente extranjera -incluida la de nacionalidad chilena-, que compren el combustible en Argentina, lo que a su jucio, se trata de "una medida de simetría" que apunta a igualar los valores con los países vecinos.

"En general, los vehículos están entrando al país con tanques adicionales y de repente daría la impresión de que se está estableciendo un comercio de hormiga de combustible. Las fronteras con más problemas, por su extensión, son las de Brasil y Chile", argumentaba Cameron.

El Gobierno chileno no lo quería creer, o bien sabía que no convenía asegurarlo ante la opinión pública justo cuando Michelle Bachelet bajaba en las encuestas. "No es una información oficial que tenga el Gobierno, solamente mi primera reacción es doble: primero entiendo que es una medida de carácter doméstico y eso están en su derecho de aplicarla; y lo segundo, sí, ojalá que eso no tenga un impacto en el turismo chileno que va a Argentina tanto en vacaciones de invierno como para el 18 de septiembre", sostenía tempranamente el vocero del Gobierno, Ricardo Lagos Weber.

Pero la confirmación de la otra vez contridictoria oscilación argentina no tardó en llegar. Fue entonces que el mismo canciller Alejandro Foxley calificó de "discriminatoria" la medida anunciada por el gobierno de Kirchner.

Foxley sentenció que "ésto sería una discriminación que no veríamos como un gesto particularmente integracionista, desde el punto de vista de Argentina".

El canciller señaló inclusive que la medida le parece contradictoria con el mensaje de integración bilateral que "repetidamente" ha marcado las conversaciones entre los presidentes de ambos países, Néstor Kirchner y Michelle Bachelet. Indicó que el Gobierno analizará la situación y el texto para ver las acciones a seguir en el corto plazo, sin precisar si se recurrirá a instancias como la Organización Mundial del Comercio para solicitar su intervención.

Pero fue la misma presidenta Bachelet la que dejó ver la seriedad con la que Chile estaba tomando el tema, como si fuese una medida directamente en contra del país. La mandataria calificó el aumento del precio de los combustibles como una medida incomprensible. "Esa medida no nos parece comprensible, no nos parece que apunta a la mayor integración, será materia que conversaremos entonces con los distintos presidentes para mirar cómo avanzamos más bien en mayor integración y podemos no tener medidas como ésta que realmente atentan contra una mayor integración", sostuvo.

Bachelet se refirió a la próxima reunión del Mercosur que se realizará los próximos 20 y 21 del presente en Córdoba, donde estarán presentes los Jefes de Estado integrantes plenos de la organización: Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil y ahora la "democrática" Venezuela chavista, más los miembros honorarios, como Chile y Bolivia.

Bachelet reiteró que como Gobierno hará "todo lo que corresponde hacer al respecto, entendiendo que los países pueden tomar 'decisiones internas' pero eso no justifica una medida que lesiona los afanes de integración de la región".

La Mandataria salía a apagar así el incendio que había estallado sobre el gas y al nafta entre dos países que hasta entonces parecían haber alcanzado niveles enviables de entendimiento. Las críticas de la derecha chilena cayeron entonces sin piedad alguna. El emplazamiento de la UDI al Gobierno fue a "ponerse de una vez los pantalones" para enfrentar la situación con Argentina.

El senador gremialista Pablo Longueira sostuvo que ante las restricciones de gas de Argentina y el anuncio de que los vehículos con patente chilena pagarán más caro el combustible, "el Gobierno debería tomar acciones más decididas y enérgicas, como por ejemplo, protestar ante organismos internacionales o imponer sanciones económicas".

"Hoy, está llegando la mitad del gas de lo que estaba estipulado y los que pagan las consecuencias son los consumidores. "¿Qué estamos esperando para protestar?¿qué hayan más restricciones? Me parece que el gobierno debe buscar alguna forma de manifestar su molestia", sentenció el parlamentario. Longueira aseguró que el país está en condiciones de explorar necesariamente otras posibilidades de abastecimiento energético, como es el caso de la energía nuclear.

La Presidenta se limitó a pedirle al gremialismo que fuese más propositivo porque aseguró desconocer alguna recomendación de esta colectividad para hacer frente al impasse bilateral.

Pero las críticas arreciaban inlcuso al interior del mismo oficialismo, a tal punto que el presidente de la Comisión de Minería y Energía, Jaime Mulet, de la Democracia Cristiana, calificó como "inaceptable, torpe e ineficiente" la medida de Argentina de establecer un "precio diferencial" en el combustible para vehiculos extranjeros, lo que, afirmó, "afecta el proceso de integración iniciado por el ex presidente Eduardo Frei".

El presidente de la comisión aseguró que la medida "constituye un escenario preocupante, la gota que rebasó el vaso, la verdad es que estamos frente a una situación muy complicada en lo comercial y que, obviamente, puede derivar en complicaciones políticas".

Daniel Cameron, explicaba en la Argentina que el alza en las zonas fronterizas para los vehículos extranjeros pretende "asegurar el abastecimiento interno". Ello porque en Chile, el litro de gasolina cuesta aproximadamente 1,22 dólares (660 pesos chilenos), mientras en Argentina el precio equivale a unos 0,6 dólares.

En la misma Argentina


La prensa se hizo eco entonces de lo que parecía una medida impopular incluso en las zonas fronterizas de la Argentina, como Salta, San Juan, Mendoza, Neuquén, Bariloche, Río Turbio o Río Gallegos. De hecho, la ministra de Turismo de la provincia de Mendoza, Mariana Juri, señaló que "no es una medida conveniente si queremos fomentar al turismo" y prefirió guardar su opinión para "cuando tengamos más información al respecto".

Y es que la novedad surgía precisamente cuando Mendoza espera un importante flujo de visitantes chilenos, con motivo de las vacaciones escolares que en el país de la estrella solitaria comenzarán esta semana.

Por su parte, los dueños de estaciones de servicio adheridos a la Federación de Empresarios de Combustibles de la República Argentina (FECRA) analizarían posibles medidas de fuerza en apoyo de sus demandas para que se reduzcan los impuestos que se aplican a las naftas, a fin de "recuperar rentabilidad".

La presidenta de la Federación, Rosario Sica, advirtió inclusive que si el Gobierno no responde a sus demandas, se hará "un paro de cierta importancia" que durará "como mínimo 24 horas y se realizaría en todo el país". La empresaria, en diálogo con radio Continental, dijo que "hoy va a haber una reunión importante, con gente del interior del país, para evaluar cómos e va a enfocar definitivamente" su pedido de reducción de las tasas que se aplican a los combustibles.

"Lo último que haremos será un paro de cierta importancia, si es que los funcionarios del Gobierno no nos responden", señaló, tras destacar que los expendedores "no queremos perjudicar al consumidor" pero se impone una modificación, dijo, en las tasas que en el caso de Ingresos Brutos alcanza "casi el 50 por ciento del valor del litro de nafta".

Lo pactado obliga


¿Qué deberá esperar Chile entonces de la relación de integración con su frontera más extensa? Por lo pronto, sin duda que la idea rectora del Gobierno de Michelle Bachelet en política exterior, el acercamiento hacia los países de la Región, deberá ser, cuando menos, revisado. Se deberán comenzar a asumir las realidades políticas del entorno más directo y dejar de lado las declaraciones de buenas intenciones o, al menos, no basar una estrategia de Estado en zonas críticas del desarrollo nacional a ellas. A priori, dejar tanto en la Argentina, como en otros "socios estratégicos" una premisa clara, inamovible y hacerla respetar: Pacta sunt servanda. Aunque sea por honor, lo pactado obliga.
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