FANTASMAS EN CAMPO DE HIELO SUR
Algunos viejos fantasmas del pasado -que muchos daban ya por muertos- vuelven a sobrevolar el meridional Campo de Hielo Sur, esos apetecibles hielos continentales de ígnotas fronteras entre Chile y Argentina cuya delimitación política estaba tan congelada como el agua dulce que lo compone, una de las mayores reservas del planeta.
Y es que poco -o nada- se ha hablado en los medios argentinos de lo desafortunado que resultó en Chile el conocimiento de un mapa de la provincia de Santa Cruz publicado en la web de la Secretaría de Turismo del gobierno de Kirchner, donde aparece expresamente delimitada la frontera entre las dos naciones sobre el vasto Campo de Hielo Sur según la pretensión argentina, violando el acuerdo suscrito entre los gobiernos de Carlos Menem y Eduardo Frei en 1998.
Según el acuerdo, el límite fronterizo que corre sobre esos hielos continentales, en el tramo entre el Monte Fitz-Roy y el cerro Daudet, no debería aparecer delimitada en ninguno de los mapas del área que se publiquen en los dos países. Por el contrario, sobre esa zona geográfica debería aparecer expresamente dibujado un rectángulo con la zona tachada y una nota que explicite que mediante tal pacto ambas repúblicas acuerdan la no existencia de frontera definida oficialmente y la formación de una comisión binacional que dirima el trazado definitivo. Así al menos lo ha hecho Chile en todos los mapas que circulan en el país y que deben contar con la aprobación de la Dirección de Fronteras y Límites del Estado, e, incluso, los mapas más detallados, como los que publica el Instituto Geográfico Militar (IGM).
La prensa fue como siempre la primera en dar a conocer el desconocimiento del tratado, al difundirse en un noticiario de televisión el cuestionado mapa de la Secretaría de Turismo. Tardó un poco, sin embargo, una pronunciación oficial del Gobierno chileno, siendo las primeras declaraciones las de la ministra de Defensa, Viviane Blanlot, quien calificó dicha carta geográfica sólo como un "error" cometido por el Gobierno argentino, sin atribuirle ninguna intencionalidad.
"Pensamos que en estos momentos eso puede ser un error y no queremos atribuirle, obviamente, ninguna intencionalidad", dijo la Ministra, al tiempo de agregar en el área de Defensa los dos países implementaron una serie de medidas de confianza mutua y que, por lo tanto, el error en el trazado limítrofe "no nos genera una preocupación mayor".
No obstante, la secretaria manifestó que será la Cancillería la cartera que se encargará de representar ante las autoridades argentinas este supuesto "error" cartográfico, calificación que no fue para nada compartida por el senador de la zona aludida, Antonio Horvath, (Renovación Nacional), quien calificó la reacción del Gobierno ante la publicación de esos mapas turísticos en Argentina como una equivocación en cuanto a la forma en que Chile hace valer el respeto a los tratados bilaterales.
El parlamentario preside la Comisión de Medio Ambiente del Senado, lo que sumado a su representación por la Undécima Región de Aysén con anterioridad ya lo había llevado a enfrentarse en duros términos con el ambientalista norteamericano Douglas Tompkins, quien ha comprado enromes extensiones de territorio en la zona austral con el objetivo de construir reservas naturales, impidiendo el normal desarrollo y conexión de esa región con el resto de Chile, practicamente cortando al país en dos.
Horvath afirmó que la postura chilena es débil y que resulta "grave agachar el moño (la cabeza) porque alimenta los apetitos del vecino país".
"(El Gobierno) Está equivocado. Lo grave es que Cancillería, y Defensa, se queda sólo con decir que es un error. Ellos, en una característica muy chilena, son muy legalistas", sostuvo el Senador.
Además, considera que la opinión que tiene del tema la directora de Fronteras y Límites del Ministerio de Relaciones Exteriores, María Teresa Infante, "me parece más grave todavía". Ello debido a que la personera reconoció que "en algunas oportunidades hemos constatado que hay límites que no son suficientemente consistentes con el acuerdo de 1998, porque contienen algunos errores", y aseguró que en esos casos se procede con una petición a través de notas diplomáticas para que se aplique correctamente la frontera.
Según el senador de RN, "con total falta de previsión" el Gobierno de Patricio Aylwin permitió en los noventa que se discutiera sobre el tema, pese a que un tribunal británico había dirimido que existía acuerdo entre ambos países para fijar la línea divisoria.
"Esa comisión mixta no se ha reunido nunca", se queja Horvath con repecto al tribunal que debían conformar Chile y Argentina para delimitar la línea fronteriza sobre los hielos continentales. Agregó que es necesario realizar un reclamo formal ante el gobierno de K para que se eliminen los mapas erróneos, se cumpla con el acuerdo de 1998 y se reúna la comisión. Y lo que a futuro puede llegar a generar más de una controversia entre los dos países, controversias ya anacrónicas en medio de las supuestas "alianzas estratégicas" es que, a juicio de Horvath, "si no pasa eso, (que Argentina se retracte -algo ciertamente inviable a la luz de la dilatada experiencia histórica en temas limítrofes entre ambas naciones- y reconozca la invalidez de las fronteras que aparecen en el mapa) entonces Chile debe publicar sus propios mapas con su pretensión de límite. Es legítimo", agregó.
"Hay que responder con la misma moneda: nosotros publicar nuestros propios mapas. Es legítimo", profundiza el senador, quien pese a creer que esto no perjudicará las relaciones con Argentina, advierte que este tipo de problemas son una "constante histórica".
"En Laguna del Desierto a Argentina le fue bien con la misma estrategia. También cambió mapas, hizo campaña y al final les resulta", dice el senador. No son pocos los que sostienen en Chile que históricamente la táctica argentina ha consistido en una política de "hechos consumados", dando por hecho líneas divisorias y ocupaciones de facto, para luego negociar argumentando supuestos derechos que le competen, contrastando con una postura abiertamente legalista basada en el derecho internacional y el respeto a los tratados del Gobierno chileno, basándose en que la contraparte opera de la misma forma.
Quizás debido esos temores que parecían ya extinguidos hace al menos dos décadas es que parlamentarios de oposición (no conociéndose aún la versión de la Concertación) manifestaran que cualquier alteración de la delimitación limítrofe con Chile no es un tema menor y que exige una reacción mayor a la de una mera nota diplomática.
Responder de la misma manera, aseguró Horvath, "no significará controversia de carácter bélico, ni de animosidad o que se rompan relaciones, para nada".
¿Volveremos los dos países a ciertos juegos patrioteros tan extremos por una cuestión de límites? Ciertamente que la política de alianzas estratégicas que se ha intentado llevar adelante permitiría dirimir de una forma mucho más cordial este tipo de cuestiones, que otrora mantuvieron a tropas de ambas partes -literalmente- mirándose a los ojos a un par de metros. Pero para que una alianza estratégica funcione como tal debe ser respetada por todas las partes que la conforman, porque en caso contrario la saliva y la tinta se habrán gastado inútilmente.
Y, por cierto, los inéditos roces entre ambos países que desde fines de los noventa aparecían como tan entrañables aliados, han puesto cierta cuota de incertidumbre y de poca fiabilidad -al menos en la opinión pública chilena- que tristemente podría acentuarse con acciones tan poco afortunadas, ayudando bastante poco al promisorio futuro que parece querer abrirse para ambos pueblos.